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"En Colombia deberíamos hacer mucho más cine negro"

22 de Abril de 2021

Carlos Moreno, director de ‘Perro come perro’, revela detalles detrás del filme y de la realidad de Cali, donde se filmó. La cinta está disponible en RTVCPlay.

En ‘Perro come perro’ la venganza es el detonante para que la muerte de William Medina no pase desapercibida. El interés en recuperar unos dólares perdidos, se convierten en el pretexto inicial que une a los protagonistas: Víctor Peñaranda (Marlon Moreno) y Eusebio Benítez (Óscar Borda) en medio de un thriller inspirado en las clásicas historias de Quentin Tarantino.

Crimen, brujería y pobreza se mezclan en una historia que, en palabras de su director, “sofoca a quien la ve”.

La cinta nacional, que está disponible en RTVCPlay, la plataforma gratuita de entretenimiento online del Sistema de Medios Públicos, hace parte de la estrategia #HechoEnColombia de RTVC, que le apuesta a visibilizar producciones desarrolladas en el país. Disfrútala en www.rtvcplay.co

¿Qué significa para usted ‘Perro come perro’?

Perro come perro es una puerta que se abre, una puerta que veníamos viendo de lejos y que terminamos abriendo. La película es el bautizo de sangre y fuego en el cine para nosotros. Es un relato en forma de largometraje.

Es haber cumplido una tarea y el propósito de narrar una película que fuera un thriller tropical, un cine negro pero ambientada en el centro de Cali. Es una cinta inspirada en esos ambientes mugrosos al estilo Tarantino.

Es una cinta que se enmarca en una estética agotadora. ¿Cómo lograron eso?

Nuestra gama de colores tiene mucho que ver con el ánimo y la situación que viven los personajes a lo largo del relato. Esta es una historia que queríamos mostrar como sofocante y eso lo logramos a través no solo del color, sino del tipo de vestuario, el tipo de película que se usó porque la filmamos en Súper 16, algo casi extinto, y la estética que definimos.

¿Cómo ve Cali, epicentro del filme, ahora?

Tristemente la ciudad no es que cambiara demasiado desde que grabamos la película en el 2006. Cali parece ir a un lugar diferente que el resto del país, tiene una lógica particular que nos pone en un universo que conserva esa eclosión entre la brujería, el malandrismo y lo delictivo. Pareciera ser que la ciudad sigue cumpliendo ese destino hacia donde aparentemente va.

¿Por qué considera que Cali va en un sentido contrario al resto del país?

Esta región ha amortiguado el desplazamiento y el conflicto armado que ha hecho que los asentamientos en Cali generaran un cambio demográfico radical en los últimos años. Hot la mayoría de la población de Cali es negra con una alta influencia de los colonos de la zona del litoral pacífico, lo que le da una identidad a la ciudad diferente de la del resto del país.

Por otro lado, Cali es la capital costeña del Pacífico. Cada vez es una extensión de Buenaventura y no al revés. Es una región en disputa por el narcotráfico que le otorga unas problemáticas muy complejas diferentes a las que vemos en otras ciudades.

¿Cree que la cinta marca una pauta en el camino del cine nacional?

La película en últimas es casi un canal, un paso del cine nacional. Es más bien donde se juntan cosas.

¿Qué decir de quienes consideran que esta es una cinta más que muestra a la Colombia de narcos y ladrones?

Yo no. Acabo de estrenar una película que se llama ‘Lavaperros’ y que tiene guiños con ‘Perro come perro’. Yo creo que en Colombia esa visión que hay acerca de este tipo de relatos pertenece más a un complejo social que tenemos nosotros.

En un momento veíamos a mal contar sobre las historias terribles del país. Como colombianos tenemos ese complejo que nos lleva a pensar que merecemos una buena imagen sin hacer nada por merecerla.

Por el contrario, creo que para la complejidad y para el desastre social que ha significado el narcotráfico en nuestro país hay muy pocos relatos de este tipo. La mayoría de nuestras películas son muy familiares. En Colombia deberíamos hacer mucho más cine negro porque no sabemos cómo funciona la policía. Creo que entendemos más cómo funciona la policía de Estados Unidos que la nuestra y eso es, en parte, porque los relatos no dan cuenta de ello.

¿Qué anécdota recuerda del rodaje?

Paulina Rivas, que es la mujer que hizo de bruja en la película, fue el último personaje en aparecer en la cinta. Nos costó mucho encontrar al personaje en el casting porque todas las actrices apuntaban al típico cliché de la bruja clásica y malvada que conocemos.

Cuando Paulina apareció, en un grupo de teatro con mujeres, nos atrapó su conexión con la dinámica de la película. Ella es una mujer desplazada de Bojayá y cuando ya íbamos a estrenar yo le dije que viéramos la película juntos y ella me dijo: yo nunca he ido a cine.

La primera vez que Paulina fue a cine fue a ver una película en la que ella actuaba. Esa es la historia más bonita que puedo contar detrás de ‘Perro come perro’.

Incluso, después me contó que la llamaban para pedirle trabajos de brujería aunque ella no tuviera ni idea de eso. Por ejemplo, ella sabe fumar tabaco al revés porque en el Chocó cuando lavan ropa en los ríos lo hacen así para que el humo no se les vaya a la cara. Eso parece misterioso, pero en realidad es práctico (risas). 

Próximos estrenos en RTVCPLay

  • ‘María Cano’ - 23 de abril
  • ‘La vendedora de rosas’ - 6 de mayo
  • ‘10 minutos antes’ - 11 de mayo
  • ‘La historia del baúl rosado’ - 20 de mayo
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